hoy quiero compartir con ustedes un artículo muy interesante sobre la leche y los lácteos, que en cambio de lo que se piensa normalmente, no ayuda al crecimiento de los niños sino que provoca diversas enfermedades, (diabetes varios tipos de cáncer, osteoporosis,etc) y contiene más grasa por cien gramos que el bacon, sí señores tal como lo oyen, pero si creen que les miento, no se me quejen a mi, mejor a la OMS, al instituto de navarra, a los médicos particulares y profesionales de la salud que han hablado en contra de la leche,etc
y para quien quiera estudios:
La razón fundamental por la que los nutricionistas
occidentales -no así los orientales- recomiendan tomar leche y sus derivados es
porque la consideran muy nutritiva y especialmente rica en calcio, agregando que
la ingesta periódica de ese mineral es imprescindible para mantener la salud,
sobre todo la de los huesos. Bajo ese convencimiento muchas personas beben
cantidades importantes de ella al punto de que algunas -es el caso de muchos de
norteamericanos- prácticamente la toman en lugar de agua. Sin embargo, es
precisamente en Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de leche, donde más
incidencia de osteoporosis hay entre su población. ¿Alguien puede explicar
razonadamente tan singular paradoja?
Lógicamente no puede extrañar que cada vez más
expertos alcen su voz abiertamente afirmando que la leche y sus derivados no
sólo no son alimentos adecuados para el ser humano, sino que ni siquiera
constituyen una buena fuente de calcio, porque una cosa es la cantidad de ese
mineral presente en ella y otra muy distinta su biodisponibilidad. Además está
por ver si la necesidad de él que precisa el organismo es la que publicitan las
empresas lácteas.
Resultan ilustrativos a ese respecto los
resultados del estudio realizado sobre 78.000 mujeres de 34 a 59 años, llevado a
cabo durante 12 años por investigadores de la Universidad de Harvard en Estados
Unidos, y posteriormente publicado en el American Journal of Public
Health (en 1997). Las conclusiones de este trabajo desmienten la tesis de
que un mayor consumo de leche u otras fuentes alimenticias de calcio, por
mujeres adultas, las proteja de fracturas propias de la osteoporosis como son
las de cadera o antebrazo.
También es oportuno recordar el Proyecto Cornell
Oxford-China de Nutrición, Salud y Medio Ambiente; iniciado en 1983 con un
estudio pormenorizado de los hábitos cotidianos de 6.500 habitantes de 65
provincias dispersas de la China rural; ya que constituye una de las
investigaciones más rigurosas y concluyentes efectuadas en materia de salud. Tal
trabajo comprobó que las mujeres que no tomaban leche de vaca –siendo su único
alimento el arroz, los vegetales, la soja y sus derivados- no padecían
osteoporosis. Al mismo tiempo, en estas mismas poblaciones disminuían los
niveles de calcio y aumentaba la incidencia de la osteoporosis, si dejaban esa
dieta e introducían la leche de vaca.
Igualmente, gracias a las investigaciones llevadas
a cabo por el doctor John McDougall -médico nutricionista del St. Helen's
Hospital de Napa (California, Estados Unidos)- sabemos que la mujeres de la
etnia bantú no toman leche, pero sí calcio procedente de fuentes vegetales, sin
embargo no padecen osteoporosis, pesar de que tienen una media de 10 hijos y
los amamantan durante largos periodos.
Otro ejemplo de la relación entre leche y
osteoporosis lo constituye el trabajo del doctor William Ellis, ex presidente de
la Academia Americana de Osteopatía Aplicada, quien estableció que las personas
que toman de 3 a 5 vasos de leche diarios presentan niveles más bajos de calcio
en sangre. El Dr. Ellis sugiere que tomar mucha leche implica ingerir grandes
cantidades de proteínas lácteas y éstas producen un exceso de acidez, que el
organismo intenta compensar mediante la liberación de minerales alcalinos
Otros estudios más recientes muestran que con
una ingesta de 75 gramos diarios de proteína láctea se pierde más calcio en la
orina del que se absorbe a través de la dieta.
A todo esto hay que añadir que
la relación calcio/fósforo de la leche de vaca no es adecuada para el ser
humano, pues su contenido es demasiado elevado en fósforo, provocando una
indeseable acidificación del organismo.
La carga hormonal
Conviene saber también que la leche contiene
aproximadamente 59 tipos diferentes de hormonas -pituitarias, esteroides,
adrenales, sexuales, etc.- siendo las más importantes las hormonas del
crecimiento, cuya acción, unida a la riqueza proteica de la leche de vaca, hacen
posible el rápido crecimiento de los terneros de forma que en breve plazo llegan
a doblar su peso. Es evidente que los humanos no tenemos precisamente esa
necesidad. Además niveles elevados de esa hormona, unidos a otros tóxicos, se
consideran hoy causa de la aparición de diversas enfermedades
degenerativas.
Hay que añadir a ese respecto que resulta kafkiano
tener que reseñar que ya en 1994 la Food and Drug Administration (FDA) aprobó
que la compañía Monsanto usara la Hormona Recombinante de Crecimiento Bovino
(rBGH) -también conocida como bovine somatotropin o rbST- para aumentar
la producción de leche en las vacas entre un 10 y un 25%. La referencia al
absurdo la hacemos porque, según se publicó en The Ecologist en 1998
"el uso de rBGH incrementa los niveles de otra hormona proteica -el factor
de crecimiento 1 tipo insulina (IGF-1)- en la leche de las vacas. Y dado que el
IGF-1 es activo en los humanos -causando que las células se dividan- algunos
científicos piensan que una ingesta de leche tratada con altos niveles de rBGH
podría dar paso a la división y crecimiento incontrolados de células en los
humanos. En otras palabras: Cáncer". De hecho son tantos los peligros
potenciales de esa hormona que su uso está prohibido en Canadá y la Unión
Europea, así como en otros países.
La profesora Jane Plant, autora del libro Your
life in your hands (Tu vida en tus manos), explica ahí que el IGF-1 es
especialmente activo durante la pubertad y el embarazo. En el caso de las niñas
púberes -explica- esta hormona estimula el tejido de la mama para que crezca. Y
durante el embarazo ensancha los tejidos mamarios y los conductos de la leche
materna para favorecer la lactancia. Agregando con rotundidad: "Niveles
altos de esta hormona incrementan hasta tres veces el riesgo de padecer cáncer
de mama o de próstata por parte de quienes consumen tanto la leche como la carne
de las vacas lecheras. Y en contra de la afirmación de que la pasteurización la
destruye, entiendo que la caseína evita que eso ocurra y que la homogeneización
facilita que la IGF-1 alcance el torrente sanguíneo. Asimismo, los propios
estrógenos que se añaden a la leche bovina son otro de los factores que
estimulan la expresión nociva de esta hormona y que, indirectamente, acaban
provocando la aparición de tumores".
Tóxicos en la leche
Debemos añadir que la leche puede, además, estar
contaminada por productos químicos, hormonas, antibióticos, pesticidas, pus
procedente de las mastitis -tan frecuentes en la vacas ordeñadas
permanentemente-, virus, bacterias, priones... Sin olvidar que hoy se
"enriquece" tanto la leche como los productos lácteos con aditivos, vitaminas y
minerales sintéticos, semillas, plantas, frutas, proteínas, ácidos grasos... En
algunos casos, por cierto, con grasa de animales distintos. Con lo que uno puede
estar ingiriendo leche de vaca enriquecida con grasa de cerdo... Sin
saberlo.
Ente las sustancias tóxicas que pueden encontrarse en
un vaso de leche de vaca, destacan:
- Metales y plásticos, proveniente del
equipo utilizado en la explotación ganadera para obtener, conducir o almacenar
la leche puede contaminarla.
- Detergentes y desinfectantes como formol,
ácido bórico, ácido benzoico, sales alcalinas, bicromato potásico, etc.,
sustancias que se emplean en la limpieza y desinfección del material que se pone
en contacto con la leche.
- Pesticidas y fertilizantes que son consumidos
por el animal junto con sus alimentos, como acaricidas, nematicidas, fungicidas,
rodenticidas y herbicidas. Compuestos químicos -DDT, dieldrin, lindano,
metoxiclor, malation, aldrín, etc.
- Micotoxinas del alimento que se da a
las vacas cuando éste está contaminado por mohos (especialmente el aspergillus
flavus).
- Antibióticos y otros fármacos, empleados habitualmente en el
tratamiento y prevención de las enfermedades infecciosas y parasitarias de las
vacas.
- Contaminación radioactiva. los residuos producidos por el uso de la
energía nuclear ocasionan problemas en raras ocasiones, pero es necesario
prestar atención.
- Dioxinas. Estos derivados del cloro esta relacionados
con el cáncer de pulmón, linfomas, diabetes, problemas de desarrollo del niño y
diversos desarreglos del sistema inmune.
Diversos tipos de cáncer han sido relacionados con el consumo de lácteos, como el de ovario (por la incapacidad de descomponer la galactosa), y los de mama y próstata (presumiblemente asociados al aumento de una sustancia que contiene la leche llamada IGF-1 o factor de crecimiento similar a la insulina). Edward Giovannucci, profesor asociado de nutrición y epidemiología de Harvard sostiene que el calcio en sí mismo, a altos niveles de consumo, promueve el cáncer de la próstata al reducir drásticamente los niveles de protección de la vitamina D. "Para la próstata", dice, 'los datos son consistentes y el alto riesgo es muy preocupante, dada la popularidad actual del calcio en Estados Unidos.
Un informe reciente del New England Journal of Medicine reafirma sustancialmente la antigua teoría de que las proteínas de la leche de vaca estimulan la producción de anticuerpos que, a su vez, destruyen las células productoras de insulina del páncreas. La evidencia sugiere que la combinación de una predisposición genética y la exposición a la leche de vaca es la principal causa de la forma infantil de diabetes, aunque no hay modo de determinar qué niños están genéticamente predispuestos. Los anticuerpos pueden formarse aparentemente en respuesta a cantidad incluso pequeñas de productos lácteos, incluidas las fórmulas infantiles.
En un estudio prospectivo de doce años de duración publicado en 1997, se valoró la ingesta de leche y otras fuentes de calcio de 77.761 enfermeras y se concluyó que una mayor ingesta de calcio no protegía contra la fractura de cadera o de antebrazo. De hecho, las participantes en el estudio que consumían más de 450 mg diarios de calcio procedente de lácteos, doblaban su riesgo de fractura de cadera (Feskanich D, Willet WC, Stampfer MJ, Colditz GA. Milk, dietary calcium, and bone fractures in women: a 12-year prospective study. Am J Publ Health. 1997;87:992-997)
La Organización Mundial de la Salud, afirma que en las regiones con menos incidencia de fracturas se ingiere mucho menos calcio y lácteos que en las de mayor incidencia (Joint FAO/WHO Expert Consultation on Diet NatPoCD. WHO Technical Reports Series 916. 2003. Geneva, World Health Organization)
Hay países como Italia, muy soleados (el sol hace que nuestra piel sintetice vitamina D, fundamental para el metabolismo óseo), en que la prevalencia de fracturas de cadera es mayor que en otros mucho menos soleados, como Polonia.(Mazzuoli GF, Gennari C, Passeri M, Acca M, Camporeale A, Pioli G. Hip fracture in Italy: epidemiology and preventive efficacy of bone-active drugs. Bone 14[Suppl 1], S81-S84. 1993) (Lips P. Epidemiology and predictors of fractures associated with osteoporosis. Am J Med 103[2A], 3S-8S; discussion 8S-11S. 1997). Curiosamente, el consumo de lácteos es un 25% mayor en Italia que en Polonia. (FAO database on the internet. Statistical Database/Food Balance Sheet Reports. FAO Database on the internet . 2003. 17-4-2003) En cualquier caso, estudios transversales usando los datos de disponibilidad de alimentos de la FAO indican que las fracturas de cadera son más frecuentes en poblaciones en las que los productos lácteos se consumen de forma habitual en grandes cantidades (Nations F. The Fourth FAO World Food Survey, Food and Agriculture Organization of the United States. Rome: 1977.)
De nuevo, en el informe técnico de la Organización Mundial de la Salud titulado “Diet, Nutrition, and the Prevention of Chronic Diseases”, publicado en 2003, se cifra una recomendación de ingesta mínima de calcio para prevenir la osteoporosis de tan sólo 400-500 mg, y eso en cuanto a adultos de países con altas tasas de fracturas. Es una cifra muy fácilmente conseguible con una dieta sin lácteos. No se establecen recomendaciones mínimas de ingesta para países con bajas tasa de fracturas. Se justifica esta postura afirmando que en tales países hay que tener en cuenta el papel desempeñado por otros nutrientes además del calcio: vitamina D, vitamina K, sodio, proteína y fitonutrientes (Joint FAO/WHO Expert Consultation on Diet NatPoCD. WHO Technical Reports Series 916. 2003. Geneva, World Health Organization)
En el Manual de la Clínica Mayo, libro importantísimo en el ámbito de la dietética, se afirma que “no hay datos que demuestren de forma concluyente que los pacientes osteoporóticos consuman menos calcio que los sujetos control”. (Nelson J, Moxness K, Jensen M, Gastineau C. Dietética y Nutrición: Manual de la Clínica Mayo. 7ª edición ed. Madrid: Mosby/Doyma Libros; 1996.)
El Doctor Hegsted, profesor emérito de nutrición en la Universidad de Harvard considera que existe poca evidencia de que el mayor consumo de calcio prevenga efectivamente las fracturas osteoporóticas, y afirma que “asumir que la osteoporosis se debe al déficit de calcio es como asumir que la infección se debe al déficit de penicilina" (Hegsted DM. Fractures, calcium, and the modern diet. Am J Clin Nutr 74[5], 571-573. 2001)
Por su parte, el Dr Weinsier, presidente del Departamento de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Alabama en Birminghan, en un estudio publicado en el año 2000, concluyó que “no está científicamente demostrado que deba recomendarse la ingesta de lácteos diariamente para promover la salud ósea” (Weinsier RL, Krumdieck CL. Dairy foods and bone health: examination of the evidence. Am J Clin Nutr. 2000;72:681-689.)
Owusu et al. compararon estudios de seguimiento en 1997 y sus resultados fueron que no existe relación entre la ingesta de calcio y la incidencia de fractura de cadera y antebrazo en hombres (Owusu W, Willet WC, Feskanich D, Ascherio A, Spiegelman D, Colditz GA. Calcium intake and the incidence of forearm and hip fractures among men. J Nutr 127[9], 1782-1787. 1997)
Por su parte, Cumming et al., en un estudio de cohortes con 9.704 mujeres de más de 64 años, no encontraron beneficio en el consumo de calcio sobre el riesgo de fractura en cadera, tobillo, húmero proximal, muñeca y vértebras (Cumming RG, Cummings SR, Nevitt MC, Scott J, Ensrud KE, Vogt TM et al. Calcium intake and fracture risk: results from the study of osteoporotic fractures. Am J Epidemiol 145[10], 926-934. 1997. ).
Un estudio de 1994, de nuevo de Cumming et al, mostró que un consumo superior de lácteos estaba asociado con un mayor riesgo de fractura de cadera: los individuos que más lácteos consumían presentaban aproximadamente el doble de riesgo de fractura de cadera que los del consumo mínimo; el consumo de lácteos, sobre todo a la edad de 20 años, se asoció con un riesgo incrementado de fractura de cadera en la vejez (Cumming RG, Klineberg RJ. Case-control study of risc factors for hip fractures in the elderly. Am J Epidemiol. 1994;139:493-503).
En un estudio prospectivo de doce años de duración publicado en 1997, se valoró la ingesta de leche y otras fuentes de calcio de 77.761 enfermeras y se concluyó que una mayor ingesta de calcio no protegía contra la fractura de cadera o de antebrazo. De hecho, las participantes en el estudio que consumían más de 450 mg diarios de calcio procedente de lácteos, doblaban su riesgo de fractura de cadera (Feskanich D, Willet WC, Stampfer MJ, Colditz GA. Milk, dietary calcium, and bone fractures in women: a 12-year prospective study. Am J Publ Health. 1997;87:992-997)
Más recientemente, Feskanich et al, han publicado un estudio en que, tras un seguimiento de 72.337 mujeres posmenopáusicas durante 18 años, no se ha observado relación entre el consumo de calcio y lácteos y el riesgo de fractura de cadera (Feskanich D, Willet WC, Colditz GA. Calcium, vitamin D, milk consumption, and hip fractures: a prospective study among postmenopausal women. Am J Clin Nutr 77[2], 504-511. 2003. ).
La revista Journal of Bone and Mineral Research ha publicado en mayo de 2003 un estudio realizado con 9.074 mujeres seguidas por un período de 10 años, en el que no se ha observado relación entre el consumo de suplementos de calcio y fractura de cadera (Hillier TA, Rizzo JH, Pedula KL, Stone KL, Cauley JA, Bauer DC et al. Nulliparity and fracture risk in older women: the study of osteoporotic fractures.J Bone Miner Res. 2003 May;18(5):893-9. 2003.).
En la última edición del libro Human Nutrition and Dietetics, uno de los textos más importantes de nutrición se afirma que, “en el crecimiento, la composición y la masa del esqueleto influyen varios factores, de los cuales la nutrición es solamente uno" (Garrow J, James WPT, Ralph A. Human Nutrition and Dietetics. 10th edition ed. London: Churchill Livingstone; 2000)"
La American Dietetic Association afirma que los veganos no parecen necesitar suplementos de calcio en su dieta por el hecho de no tomar lácteos, y argumenta que las deficiencias de calcio en cualquier tipo de dieta vegetariana son raras y que existe poca evidencia científica que demuestre que ingestas por debajo de las recomendaciones causen problemas de salud en los vegetarianos (Messina VK, Burke KI. Position of the American Dietetic Association: vegetarian diets. J Am Diet Assoc. 1997;97:1317-1321.)
De nuevo, la American Dietetic Association afirma que “las personas que siguen una dieta vegana pueden mantener su balance de calcio con bajas ingestas, debido a que sus dietas contienen menos sodio y menos proteína” (Position of the American Dietetic Association and the Canadian Dietetic Association: women's health and nutrition. J Am Diet Assoc. 1995;95:362.)
Algunos autores, así como la American Dietetic Association afirman que los vegetarianos son más eficientes que los carnistas en lo que respecta a la absorción y retención de calcio. (Barr SI, Prior JC, Janelle KC, Lentle BC. Spinal bone mineral density in premenopausal vegetarian and nonvegetarian women: cross-sectional and prospective comparisons. J Am Diet Assoc. 1998;98:760-765.) (Nnakwe N, Kies C. Calcium and phosphorus utilization by omnivorous and lacto-ovo-vegetarians fed laboratory controlled lactoovovegetarian diets. Nutr Rep Int. 1985;31:1009-1014.) (Hudnall M. American Dietetic Association. Vitamins, Minerals and dietary supplements: up-to-date tips or getting the essential nutrients you need from the world's foremost experts on nutrition. USA: Chronimed Publishing; 1999.)
En marzo de 2003, la revista Agricultural Research publicó un estudio sobre este tema realizado por expertos del Centro Occidental de la Investigación de la Nutrición Humana situado en Davis, California. En él, los autores dividieron a 48 mujeres en dos grupos, vegano y omnívoro, y tras un seguimiento de diez meses concluyen que, pese a que la resorción ósea fue igual en los dos grupos, la formación de hueso fue significativamente mayor en las mujeres veganistas. Este resultado sorprendió a los investigadores, ya que la ingesta de calcio era muy superior en las mujeres omnívoras (Van Load MD, Oberbauer AM, Stawasz LA. Boning up on osteoporosis. Agricultural Research Magazine 51[3], 8-9. 2003. )
En noviembre de 2004, se ha publicado un estudio en el que se observa que, a mayor consumo de lácteos, mayor eliminación de calcio (Prynne CJ, et al. Dietary acid-base balance and intake of bone-related nutrients in Cambridge teenagers. European Journal of Clinical Nutrition. November 2004, Volume 58, Number 11, Pages 1462-1471).
El Comité de Médicos por una Medicina Responsable solicita al Departamento de
Agricultura «poner los intereses de los niños por encima de los intereses de la
industria láctea». La petición se presentó el pasado 19 de julio y aún está
pendiente de respuesta.El
Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCMR) ha
presentado una petición ante el Departamento de Agricultura de EE.UU. para
eliminar la leche de origen animal de los menús escolares, exigiendo que sea
sustituida por leche de soja enriquecida con calcio o zumos de
frutas.
Según la PCMR, existen suficientes investigaciones médicas que
demuestran que la leche no mejora la salud ósea y sin embargo es la mayor fuente
de grasas saturadas de la dieta, grasas que todas las guías alimentarias nos
empujan a evitar.
«La leche no hace que los niños crezcan más altos y
fuertes, pero sí puede hacer que pesen más», dice la directora de educación
nutricional del PCRM, Susan Levin. «Estamos pidiendo al Congreso y al
Departamento de Agricultura (USDA) que pongan los intereses de los niños por
encima de los intereses de la industria láctea. Al centrarnos en la leche como
fuente más importante de calcio en las dietas infantiles distraemos a las
escuelas y a los padres de los alimentos que realmente pueden construir los
huesos, como los frijoles y las verduras de hoja verde.»
La petición,
presentada el 19 de julio, pide al Departamento de Agricultura de EE.UU. emitir
un informe recomendando al Congreso una enmienda a la Ley Nacional de Almuerzos
Escolares. La enmienda excluiría la leche de vaca como componente necesario de
los almuerzos escolares, ya que sostiene que no sólo no mejora la salud ósea ni
reduce el riesgo de osteoporosis, sino que además puede crear otros riesgos de
salud en la etapa adulta.
«La promoción de la ingesta de leche en los
niños es, en efecto, la promoción de un placebo ineficaz», dice la petición.
Añade que otros productos, incluyendo leche de soja enriquecida y la leche de
arroz, contienen también calcio, con la ventaja de que al ser bajos en sodio y
libres de proteínas de origen animal éste calcio es realmente aprovechado por el
organismo.
Uno de cada ocho estadounidenses es intolerante a la
lactosa. Más de 1 millón de niños en Estados Unidos son alérgicos a la leche,
siendo ésta la segunda alergia alimentaria más común. El gobierno federal gasta
más dinero en productos lácteos que en cualquier otro alimento del programa de
almuerzos escolares.
Fundada en 1985, el Comité de Médicos por una
Medicina Responsable es una organización sin ánimo de lucro que promueve la
medicina preventiva, lleva a cabo investigación clínica y alienta a los más
altos estándares de ética y eficacia en la investigación.