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lunes, 4 de junio de 2012

tras el arcoirís

Cuenta la leyenda que, cuando muere un animal que ha sido muy cercano a alguien, llega a un lugar del cielo llamado el Puente del Arco Iris.
Y al otro lado del puente hay multitud de prados y colinas para correr y jugar, con el espacio, la comida, el agua y el sol necesarios para que se encuentren cómodos y cálidos.
Los que han sufrido enfermedades, mutilaciones o heridas, o simplemente son viejos, se recuperan y vuelven a gozar de la salud y la energía de sus mejores momentos.
En ese lado del Arco Iris nuestros amigos se encuentran felices, aunque cada uno de ellos extraña a ese alguien especial que dejaron al otro lado.
A veces, mientras corren y juegan, uno se detiene de pronto y fija su mirada en un punto lejano. Sus ojos brillan de un modo especial, se le ve ansioso, su cuerpo se estremece y, sin poder contener su emoción, se lanza a correr hacia el lugar que atrajo anteriormente su mirada.
Sus patas lo llevan cada vez más y más rápido, pues es su amigo del alma el que está en la mitad del puente. Los dos amigos se reúnen con el gozo de saber que jamás volverán a separarse.
Recorre el rostro del que fue su cuidador con húmedos lengüetazos, mientras las manos del hombre acarician de nuevo a esa criatura tan amada. Vuelve a ver esa mirada llena de amor y de nobleza de su añorado amigo, quien por un tiempo estuvo ausente de su vida mas nunca de su corazón.
Ahora los dos cruzan el Puente del Arco Iris. Desde ese momento estarán juntos para siempre.
A pesar de que en el Puente del Arco Iris los días eran siempre soleados, aquella mañana amaneció fría y gris. Nunca antes se había visto nada igual en aquel lugar.
Los animales que llevaban más tiempo esperando a su ser querido sabían perfectamente lo que ocurría. Se fueron reuniendo en el camino que conducía al Puente. Pasados unos instantes apareció un perro, anciano, con la cabeza gacha y arrastrando la cola.
Los reunidos en el camino creían conocer perfectamente su historia: por desgracia escenas como esta habían ocurrido demasiadas veces.
El recién llegado se acercó al grupo lentamente. No mostraba signos de estar herido pero era evidente que sufría. Al contrario que los demás, no había recuperado la juventud, ni la salud, ni la alegría.
Mientras caminaba podía sentir sobre él las miradas del resto. Sentía que este no era su sitio, y deseaba poder cruzar el Puente algún día, al igual que todos los que estaban allí. Pero no era posible…
Cuando llegó al Puente, apareció un ángel que, con dulces palabras, le confirmó sus peores temores: solamente podían cruzar aquellos animales que fueran acompañados por el humano que fue su amigo en la Tierra. Pero él era un animal abandonado, sin familia.
No sabiendo qué hacer, sus pasos le llevaron hacia otra zona en la que se encontraban otros animales que, como él, estaban tristes, enfermos y desahuciados. Se limitaban a observar el Puente con un dolor indescriptible. El viejo perro se sumó al grupo.
Un cachorro que no entendía nada de lo que allí sucedía, le pidió al gato (el animal más antiguo del lugar) que le explicara aquello.
El gato contestó: – “Esos pobres animales nunca tuvieron una persona que los amase. Fueron abandonados. Este al menos fue llevado a un refugio. Entró allí igual que lo ves ahora: anciano, con el pelo gris y la vista nublada. Pero nunca consiguió salir de allí. Cuando murió, sólo sintió el cariño del hombre que se encargaba de cuidar a los animales del refugio. Todos los que ves ahí son animales que nunca encontraron un hogar en la Tierra, por lo que nunca tendrán quien les acompañe en el paso del Puente”.
El perro joven preguntó al gato: -”Entonces, ¿qué les sucederá a esos animales?”.
Antes de que el gato pudiera contestar, las nubes comenzaron a desvanecerse y el día gris se llenó de un sol radiante.
El gato contestó: – “Mira y verás”.
A lo lejos había un hombre. De repente, aquellos viejos, enfermos y tristes animales quedaron bañados por una luz dorada. Milagrosamente, se volvieron jóvenes y sanos.
Otros animales que estaban esperando, se acercaron al camino y bajaron sus cabezas. Aquel hombre les iba tocando la cabeza uno a uno, a algunos les hacía una caricia, a otros les rascaba las orejas cariñosamente…
Los animales que habían rejuvenecido se fueron poniendo en fila detrás de él y lo siguieron hacia el Puente y lo cruzaron juntos.
El perrito preguntó al gato: ”¿Qué ha sucedido?”.
El gato respondió: -”Ese fue un protector, un gran amante de los animales. Trabajaba en su defensa. Los animales que has visto bajando sus cabezas en señal de respeto son los que encontraron nuevos hogares gracias al esfuerzo de personas como él. Todos esos animales cruzarán el Puente en su momento, cuando lleguen los que eran sus familias. Pero los que has visto mayores y luego rejuvenecidos, son los que nunca encontraron una casa… y como no tuvieron familia, no podían cruzarlo. Cuando llega una persona que ha trabajado en la tierra para ayudar a los animales abandonados, como agradecimiento, se les permite un último acto de rescate y amor: se les permite acompañar a los que no pudieron tener una familia en la Tierra de forma que también puedan cruzar el Puente del Arco Iris.”
El cachorro pensó por un momento, y después dijo: – “Me gustan los protectores”.
El gato sonrió y contestó: – “Así se hace el cielo, amigo, así se hace el cielo”.

“Quien no comprende una mirada tampoco entenderá una larga explicación”
(fuente: el hogar de luci )

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